Está a punto de terminar el día del consumidor.La radio se ha pasado todo el día recordándonos que como consumidores que somos, tenemos una serie de derechos que casi nunca utilizamos. Y yo digo que para qué. Para que vamos a utilizarlos si nadie nos va a hacer caso por mucho que en la radio nos lo digan.
Quién no ha sentido ganas de gritar, de morder, de pegar o incluso de sacarle los ojos a alguien.
Quien no ha sido mal atendido, a quien no le cobraron de más, quien no ha tenido que recurrir al 902 que sólo descolgarlo te cuesta un pastón y hace que te sientas peor todavía.
La verdad es que no tenemos cultura de consumidores, tan sólo somos individuos que salimos a comprar sin importarnos si nos estafan. ¡ Mientras tengamos dinero ! todo va bien, ese es nuestro sencillo pensamiento.
El problema surge cuando descubrimos que aquella tele que compramos ayer y que nos costó un pastón mañana está de oferta y a nosotros nos ha costado 200 euros más. Que el reloj que nos compramos porque era sumergible para más de 30 metros, resulta que se nos ahogó el primer día que lo llevamos a la piscina. Que pagamos 40 euros más que nuestro vecino en la factura del teléfono cuando los dos tenemos tarifa plana de la misma compañía. Tantas y tantas cosas por las que quejarnos y todavía nos seguimos preguntando para qué. Pues para que va a ser "coño ", porque el que no "llora no mama".
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